A diferencia de otros planes de vivienda, en el Programa Cáritas/Nación las familias aportan la mano de obra, se capacitan y construyen lo que será su nuevo hogar, elevando así su dignidad personal a medida que las paredes van ganando altura. “Los proyectos se ejecutan por el sistema de autoconstrucción con esfuerzo propio, ayuda mutua y asistencia técnica, por lo que las familias participan activamente de todo el proceso”, explica Cristina Resano, Coordinadora del Área de Vivienda de Cáritas Argentina.
Trabajo en equipo
La ejecución del Programa es un verdadero trabajo en equipo: involucra a muchas personas y organismos con diversas responsabilidades y funciones. Por un lado, la Subsecretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda de la Nación coordina con Cáritas la elección de los proyectos, aprueba los prototipos de las unidades a construir y los convenios particulares. Luego se tramita el financiamiento, se verifican mensualmente las rendiciones de cuenta y, según la certificación de avances de cada obra, se gestiona el envío de los desembolsos pendientes. Asimismo, la Subsecretaría se encarga de auditar los aspectos técnicos y financieros del Programa.
Por su parte, el área de Vivienda de Cáritas se ocupa de la organización y funcionamiento de la estructura técnico-administrativa y es responsable de administrar los recursos transferidos desde el gobierno. También realiza controles de gestión, monitoreo y seguimiento de los procesos sociales, de avance de obra y de escrituración. La rendición de cuentas se realiza ante la Subsecretaría, junto con la presentación de la contabilidad de cada proyecto en particular.
El tercer eslabón fundamental de esta cadena lo constituyen la Cáritas diocesana y la parroquial en cuya jurisdicción se lleva adelante el proyecto. Gracias al trabajo en terreno que realizan durante todo el año, las Cáritas Parroquiales son las que conocen verdaderamente la realidad de su zona. Por eso, seleccionan a las familias que se sumarán, teniendo en cuenta su situación particular. Asimismo, un punto clave del Programa es el tema tierras, ya que los proyectos sólo se llevan adelante si los terrenos están escriturados o es posible escriturarlos. En algunas ocasiones, las familias son propietarias del lote, pero en la mayoría de los casos, el municipio dona los terrenos.
Un sueño en tres etapas
La organización del proyecto se divide en tres etapas: “antes”, “durante” y “después”. En el “antes”, se explica en qué consiste el proyecto, cómo se lo lleva adelante y las características participativas que lo diferencian de otros programas. El “durante” tiene dos instancias que se complementan, una constructiva y otra social. La constructiva es la capacitación y el trabajo en obra con las familias; la social se encara desde tres abordajes: el individual, para trabajar con el grupo familiar su situación personal; el comunitario, que se desarrolla en paralelo con la etapa constructiva y el grupal, donde se los capacita en derechos y deberes ciudadanos.
Previendo la etapa del “después”, se procura que uno de los lotes se destine a un salón comunitario, que se construye entre todos y es muy valorado porque se utiliza para talleres, capacitaciones, alfabetización, apoyo escolar, celebraciones de la comunidad, etc. Es un espacio propio que comparten entre vecinos y, sobre todo, un lugar de pertenencia para los integrantes y hacedores del nuevo barrio.
Construir hogares, más que viviendas
“Cuando ven concretado el sueño de la casa propia, -describe Resano-, están tan abiertos a otro tipo de temas, que a menudo surge en ellos la necesidad de abordar temáticas que los preocupan, como violencia familiar, alcoholismo, drogadicción, y también quieren profundizar en la importancia de colaborar entre los vecinos, ayudarse y sentirse parte de una comunidad que nace y crece desde el esfuerzo compartido”.
La ejecución de la vivienda es el eje, la excusa, porque lo que se va construyendo en cada uno desde el inicio mismo del proyecto va mucho más allá. “Cuando surgen problemas, a menudo se solucionan a partir de propuestas que nacen de las mismas familias. Además, es muy fuerte la movilización espiritual que significa para ellos todo lo que están viviendo. En primer lugar, la promoción de la dignidad humana, que es una necesidad básica para toda persona, pero también plantean otras inquietudes, como la formación cristiana de los niños y de la familia en general”, finaliza Resano.
Fuente: Cáritas Argentina