«Después Jesús les dijo esta otra parábola: «El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa».» (Mt 23, 33).
Como todos los años para esta fecha, los obispos de las seis diócesis de Córdoba nos reunimos para compartir el camino de fe de las comunidades que el Señor nos ha confiado.
En la parábola que cuenta el Señor reconocemos las manos de tantos hombres y mujeres que, con paciencia y perseverancia, ponen la levadura de la bondad en la masa de la vida. Es el reino de Dios que crece entre nosotros, renueva nuestra alegría y alienta la esperanza.
Damos gracias a Dios por el cardenalato del arzobispo Ángel Sixto Rossi SJ. Renovamos nuestra comunión con el papa Francisco y la misión de servir con él y bajo su guía al Evangelio de Cristo.
Agradecemos también los años compartidos con Mons. Gustavo Zurbriggen, hasta ahora obispo prelado de Deán Funes, que ha sido enviado a una nueva misión en la diócesis de Concordia.
Dios mediante, en abril del próximo año, nos disponemos a compartir un tiempo de misión en la Prelatura de Deán Funes. Desde ya nos unimos en oración por sus frutos.
La provincia ha vivido un calendario electoral arduo.
Creemos comprender las razones que han llevado a muchos a no participar. Cuando la política se mira más a sí misma que al bien común, tarde o temprano termina desacreditándose ante los ciudadanos. Sin embargo, la participación ciudadana en el voto es indispensable para la buena salud de la democracia.
Queremos invitar a todos los cordobeses a renovar nuestra pasión por el bien común. Pensamos en las nuevas generaciones, en los más frágiles y los más pobres. Sintámonos responsables unos de otros. Hace cuarenta años recuperamos la democracia movilizados
por el deseo de construir una patria de hermanos, que se distinga por el cuidado de la dignidad de la vida humana en todas sus etapas.
Las figuras luminosas del Santo Cura Brochero y del beato obispo Mamerto Esquiú nos alientan a perseverar en la hermosa tarea de ponernos la Patria al hombro.
María, la Madre del Señor, invocada con cariño y confianza con tantos nombres en cada rincón de Córdoba, nos acompaña en este camino. A ella nos confiamos.