Compartimos a continuación, la Homilía de Mons. Adolfo Uriona en la festividad de San Cayetano durante la Santa Misa en la parroquia ubicada en el Barrio Bimaco de Río Cuarto.
Queridos hermanos:
Con espíritu de fe y esperanza nos encontramos hoy una vez más convocados por San Cayetano para pedirle que interceda ante nuestro Padre Dios a fin de que no nos falte la Paz, el Pan y el Trabajo.
Algunos, tal vez, han venido a agradecerle porque lo tienen; otros, quizás, han venido con angustia a pedirle que interceda ante la Providencia de Dios para conseguirlo.
En el Evangelio Jesús nos propone, de manera sencilla y solemne a la vez, la “nueva Ley”, la ley de la Gracia, manifestada en las Bienaventuranzas, la manera divina de concebir la felicidad.
En la séptima de ellas enuncia de manera muy clara de qué manera vivir como hijos de Dios y hermanos entre nosotros: “Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios”.
Podemos relacionar las tres peticiones que venimos a traer a San Cayetano: Paz, pan y trabajo, dado que las mismas tienen una lógica, una coherencia, que expresa lo necesario para que seamos dignos como personas, como familia, como comunidad, como país.
Necesitamos trabajo, para conseguir honestamente el pan y vivir en paz. Paz con nosotros mismos, paz en nuestras familias y en la sociedad, porque somos todos hijos del mismo Dios.
La paz, que brota del esfuerzo para conseguir el pan, es una tarea, es un trabajo de todos. Por lo tanto, también cansa, como cansa cualquier trabajo honesto. Pero es este cansancio el que florece en pan que une, alimenta, y que nos hace mirarnos entre nosotros sabiendo que hemos trabajado por la paz, a pesar de las dificultades y los problemas; a pesar de las peleas y los enojos.
Hoy traemos al santo nuestro corazón cansado, triste, agobiado. Y tal vez no porque hemos trabajado mucho; sino porque estamos perdiendo la paz que nace de compartir un pan cada día más difícil de conseguir, porque no tenemos un trabajo. O porque si lo tenemos, no tiene una retribución justa…
Pero hoy, todos nosotros, encendemos nuevamente las velas de la esperanza, esa esperanza que brota de la fe. Una fe confiada en el Dios que está siempre con nosotros, a través de San Cayetano, porque sabemos que Dios puede hacerlo todo.
Renovemos nuestra confianza en ese Dios Providente que está siempre a nuestro lado; renovémosle nuestra petición por medio de San Cayetano por el pan, la paz y el trabajo.
Pero hagámoslo no como si le pidiéramos un milagro, porque el trabajo no es un milagro, es un derecho, es decir, algo que nos corresponde y que todos merecemos: trabajo para ganar el pan y vivir en paz.
Pidamos también por los que nos gobiernan, por los candidatos de las próximas elecciones y por todos quienes tienen en su mano la posibilidad de hacer algo por mejorar la vida de los argentinos.
Parafraseando el libro de la Apocalipsis podemos decir: “La salvación viene sólo de nuestro Dios, que está sentado en el trono y que nos gobierna con su Providencia y del Cordero”, que no es otro que Jesucristo, el único que sufrió y murió por nosotros.
San Cayetano continúa intercediendo por todos, en especial por todos aquellos que con fe vienen a implorar un trabajo digno.
Virgen Inmaculada, Madre nuestra, te pedimos que nos cuides y nos cubras con tu manto maternal. Amén.