Durante el pasado fin de semana, Mons. Adolfo Uriona ordenó a Javier Rinaldi y Alberto Roselli en dos emotivas celebraciones realizadas en las localidades de Holmberg y Alcira Gigena respectivamente.
En la noche del viernes, en la Parroquia de Santa Catalina de Siena, el ex policía Javier Rinaldi fue ordenado por Mons. Adolfo Uriona, acompañado por familiares, amigos, sacerdotes y otros Diáconos Permanentes de la Diócesis.
Durante la celebración, Mons. Uriona indicó: “Todo esto es un regalo del Señor quien te eligió y te llamó. De este don tendrás que tomar una conciencia creciente cada día para evitar así la tentación del orgullo. Tu misión de acompañar al obispo y al sacerdote, la de ser un referente de la comunidad no debe llevarte nunca a buscar “distinguirte” de los demás dado que todo lo has recibido gratuitamente, por puro don del amor misericordioso de Dios”.
A continuación, reproducimos la Homilía completa de Mons. Adolfo Uriona en la ordenación diaconal de Javier Rinaldi:
“Queridos hermanos:
Estamos celebrando la Eucaristía en la cual Javier, miembro de esta comunidad de Santa Catalina, será ordenado diácono permanente, iniciando así un ministerio particular en el Pueblo de Dios.
El diácono está ligado al obispo y a su disposición. Las tres funciones esenciales que ha de ejercer son: el servicio litúrgico, el servicio de predicar el Evangelio y el servicio de caridad, en especial con los más pobres.
El texto de Isaías que escuchamos en la primera lectura, tal como nos lo narra el evangelista Lucas, es asumido por Jesús para marcar el comienzo de su misión en la sinagoga de Nazaret: “El espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. El me envió a llevar la buena noticia a los pobres, a vender los corazones heridos, a proclamar la liberación a los cautivos y la libertad a los prisioneros, a proclamar un año de gracia del Señor…”
Este texto, con el cual Cristo inaugura su ministerio, nos ilumina a la hora de pensar la misión primordial del diácono permanente: “ha de llevar la buena noticia a los pobres”. Es un servicio hacia los predilectos de Jesús.
Por esta razón Javier, cuando bendigas, prediques la Palabra, distribuyas la Eucaristía, administres los bautismos, celebres los matrimonios y sirvas con amor a los pobres, los hombres tendrán que percibir que eres un auténtico “servidor de Cristo y un administrador de los misterios de Dios”…
Todo esto es un regalo del Señor quien te eligió y te llamó. De este don tendrás que tomar una conciencia creciente cada día para evitar así la tentación del orgullo. Tu misión de acompañar al obispo y al sacerdote, la de ser un referente de la comunidad no debe llevarte nunca a buscar “distinguirte” de los demás dado que todo lo has recibido gratuitamente, por puro don del amor misericordioso de Dios.
Qué las palabras de Jesús a Pedro y los Doce en la noche de la Última Cena se te graben a fuego en la memoria y en el corazón a fin de que puedas hacerlas vida: “Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros”.
Lavar los pies significa ejercer un servicio humilde pero también disponibilidad. Has de estar disponible para tu familia, que es a la primera que debes acompañar, y disponible para la comunidad, sirviendo con alegría en las variadas actividades que la pastoral parroquial exige y demanda.
Querido Javier: rezo a fin de que los hombres puedan descubrir en vos alguien que, a través del ejercicio gozoso de su ministerio diaconal, haga presente entre ellos a Cristo Resucitado.
Qué la Virgen Madre, la “humilde servidora del Señor”, te proteja, acompañe y haga fecundo tu ministerio.”
Además, durante la noche del sábado, el periodista Alberto Roselli fue ordenado en la parroquia San José de Tegua de la localidad de Alcira Gigena.
En esa celebración, estuvieron presentes familiares y sacerdotes de la Diócesis.
En esa oportunidad, Mons. Adolfo Uriona dijo: “Te auguro que, con la fuerza de la consagración diaconal, entregues tu vida a los demás sirviendo en particular a los pobres, como sé que lo estás haciendo, pero desde un nuevo fervor y compromiso. Qué te dediques a tu profesión de comunicador transmitiendo los valores evangélicos en el lenguaje del hombre de hoy, con inteligencia y creatividad. Qué la tuya sea una comunicación que parta de un corazón consagrado, es decir desde una interioridad habitada por el Espíritu”.
A continuación, reproducimos la Homilía completa de Mons. Adolfo Uriona en la ordenación diaconal de Alberto Roselli
“Luego de un largo tiempo de preparación, de búsqueda y abandono a la Voluntad de Dios llegó el momento tan deseado y esperado por Alberto, su ordenación diaconal.
Nosotros lo acompañamos con nuestro afecto diciendo con el profeta Isaías: ¡Griten de alegría, cielos; regocíjate, tierra!… porque el Señor consuela a su pueblo y se compadece de sus pobres!
Muchas veces en nuestra vida hacemos la experiencia que señalaba el pueblo de Israel: “El Señor me abandonó, mi Señor se ha olvidado de mi”… Sin embargo, si nos mantenemos firmes y perseverantes en esos momentos de oscuridad, alcanzaremos a descubrir que ese aparente abandono de Dios tiene la finalidad de revelarnos con más claridad su amor entrañable: “¿Se olvida una madre de su hijo, no se compadece del que nació de sus entrañas? Pero aunque ella se olvide, yo no te olvidaré”…
Dios, Padre Providente y Misericordioso que te eligió desde toda la eternidad, luego de un tiempo de oscuridad, te regala ahora un ministerio a fin de que seas un auténtico servidor de su pueblo. Y todo esto es “puro don” de su amor, no hay nada en nosotros que pueda merecerlo, ¡es una gracia sublime!
Ahora bien, nos preguntamos: ¿para qué esta gracia?, ¿para qué se te impondrá las manos?… Y respondemos con las palabras de Pedro que escuchamos en la segunda lectura: serás ordenado diácono a fin de que “pases haciendo el bien y sanando…”
Lo podrás hacer de múltiples maneras: bendiciendo, proclamando y predicando la Palabra, distribuyendo la Eucaristía, bautizando, celebrando los matrimonios, sirviendo, con una caridad especial a los pobres…
El Señor, a través de su Palabra, te invita a reflexionar que tu vida es un “pasar”, a tomar conciencia de que no hay nada permanente en este mundo. Por eso tu pasar ha de ser “haciendo el bien”, así tendrás un tesoro en el cielo.
Tenemos un modelo eminente: la Virgen María. Así como Ella se ocupó de esos pobres novios que se habían quedado sin vino en su fiesta de bodas adelantando la hora de su Hijo, que también vos puedas estar siempre atento a las necesidades de los otros, poniendo a disposición tus tinajas de agua para que Cristo las transforme en vino bueno, del mejor.
Te auguro que, con la fuerza de la consagración diaconal, entregues tu vida a los demás sirviendo en particular a los pobres, como sé que lo estás haciendo, pero desde un nuevo fervor y compromiso.
Qué te dediques a tu profesión de comunicador transmitiendo los valores evangélicos en el lenguaje del hombre de hoy, con inteligencia y creatividad. Qué la tuya sea una comunicación que parta de un corazón consagrado, es decir desde una interioridad habitada por el Espíritu.
María Santísima, “la humilde Servidora del Señor”, haga fecundo el ministerio que ahora recibirás por la imposición de mis manos”
Gracias Dios mío por esta alegría y sentir que tu nos miras con tanto amor.a pesar de nuestra debilidades nos llenas de bendiciones