«Llegar con la Buena Noticia de la Misericordia a todos»

A través de una carta, Monseñor Adolfo Uriona invita a vivir de una manera “muy viva” el Jubileo de la Misericordia que comienza el próximo 8 de diciembre y culmina el 20 de noviembre del próximo año.


Con el lema propuesto por el Papa Francisco, “Misericordiosos como el Padre”, el Obispo Diocesano propone como objetivo general:

“Llegar con la Buena Noticia de la Misericordia a todos, en especial a los más alejados”.

A continuación, difundimos el texto completo que Monseñor Adolfo escribió para convocator al Jubileo de la Misericordia.

CARTA CONVOCATORIA A LA CELEBRACIÓN DIOCESANA DEL JUBILEO EXTRAORDINARIO DE LA MISERICORDIA

Queridos hermanos:

                                   A través de esta carta quiero invitar a todos los fieles de nuestra diócesis a celebrar de una manera muy viva el Jubileo de la Misericordia, convocado por el Papa Francisco para el 8 de diciembre del corriente año y que culminará el 20 de noviembre de 2016.

            El Lema que nos guiará durante nuestro caminar a lo largo del año Jubilar será el que nos ha propuesto el Santo Padre:

“Misericordiosos como el Padre”

Siendo fieles a la enseñanza de Jesús: «Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso» (Lc 6,36).

“….“Paciente y misericordioso” es el binomio que a menudo aparece en el Antiguo Testamento para describir la naturaleza de Dios. Su ser misericordioso  se constata concretamente en tantas acciones de la historia de la salvación donde su bondad prevalece por encima del castigo y la destrucción…”[1]

            Por otra parte, desde el comienzo de su pontificado Francisco nos motiva con insistencia a “salir”, llegar a las “periferias geográficas y existenciales”, a preocuparnos por los que no conocen el rostro misericordioso del Padre revelado por Jesucristo, su Hijo amado.

Siguiendo este rumbo señalado por el Vicario de Cristo, el objetivo general que nos proponemos en la diócesis es:

“Llegar con la Buena Noticia de la Misericordia a todos, en especial a los más alejados”

            Esta perspectiva misionera ha de ser la que nos guíe constantemente puesto que, como expresaba San Juan Pablo II en la encíclica “Dives in Misericordiae” Nº 11:

«La Iglesia vive una vida auténtica, cuando profesa y proclama la misericordia –el atributo más estupendo del Creador y del Redentor– y cuando acerca a los hombres a las fuentes de la misericordia del Salvador, de las que es depositaria y dispensadora».[2]

            Algunas propuestas

Como discípulos-misioneros que intentan llevar auténticamente su compromiso de Iglesia, ahora quiero proponerles algunos caminos concretos a fin de vivir adecuada y fructuosamente este tiempo de Gracia y Salvación:

  1. Desearía que se rece en todas las Misas la oración del Jubileo. Qué esta praxis nos lleve a rezarla personalmente y en nuestros encuentros grupales.
  2. Centrar la temática de las novenas de las fiestas patronales, tiempo fuerte de la vida de toda parroquia, en “las obras de misericordia espirituales y corporales”.
  3. Motivo a todos los sacerdotes a promover el Sacramento de la Reconciliación, a través de la catequesis y de “celebraciones penitenciales”, no sólo en la Cuaresma sino también en otros momentos del año jubilar.

Pido a los sacerdotes establecer horarios de confesiones todas las semanas a fin de que los fieles tengan facilidad para acceder al sacramento de la reconciliación. Francisco nos dice:

“… El perdón de Dios no se puede negar a todo el que se haya arrepentido, sobre todo cuando con corazón sincero se acerca al Sacramento de la Confesión para obtener la reconciliación con el Padre. También por este motivo he decidido conceder a todos los sacerdotes para el Año jubilar, no obstante cualquier cuestión contraria, la facultad de absolver del pecado del aborto a quienes lo han practicado y arrepentidos de corazón piden por ello perdón. Los sacerdotes se deben preparar para esta gran tarea sabiendo conjugar palabras de genuina acogida con una reflexión que ayude a comprender el pecado cometido, e indicar un itinerario de conversión verdadera para llegar a acoger el auténtico y generoso perdón del Padre que todo lo renueva con su presencia…” [3]

  1. También el Papa Francisco en la Bula nos habla acerca de las Indulgencias, propia de todo Jubileo y que adquieren una “relevancia particular en este Año Santo de la Misericordia”:

 “…El perdón de Dios por nuestros pecados no conoce límites… En el sacramento de la Reconciliación Dios perdona los pecados, que realmente quedan cancelados; y sin embargo, la huella negativa que los pecados tienen en nuestros comportamientos y en nuestros pensamientos permanece. La misericordia de Dios es incluso más fuerte que esto. Ella se transforma en indulgencia del Padre que a través de la Esposa de Cristo alcanza al pecador perdonado y lo libera de todo residuo, consecuencia del pecado, habilitándolo a obrar con caridad, a crecer en el amor más bien que a recaer en el pecado…” [4]

Por tanto, determino que en cuatro iglesias de la ciudad -Catedral, Jesús Resucitado, Ntra. Sra. de la Merced y San Cayetano- y en todas las iglesias parroquiales del interior de la diócesis, se podrán ganar las Indulgencias plenarias, siguiendo el modo establecido por el Santo Padre, a saber:

  1. Para obtener la indulgencia los fieles están llamados a hacer una breve peregrinación hacia la Puerta Santa de estas iglesias, como signo del deseo profundo de una auténtica conversión.
  1. Además, han de celebrar el Sacramento de la Reconciliación y la santa Eucaristía con una reflexión sobre la misericordia.
  1. Será necesario también acompañar estas celebraciones con la profesión de fe y con la oración por el Santo Padre y las intenciones que lleva en el corazón para el bien de la Iglesia y de todo el mundo.

Los enfermos y los que están privados de la libertad podrán ganar, desde donde se encuentren, la indulgencia plenaria.[5]

  1. Para facilitar el acceso a las gracias espirituales que se pueden alcanzar durante el Año de la Misericordia a un mayor número de personas, cada decanato organizará las actividades jubilares que considere pertinente y oportuno. Se sugiere seguir como referencia el Calendario Jubilar propuesto por la Santa Sede. Apelo a la creatividad pastoral de los sacerdotes y sus colaboradores a fin de alcanzar el objetivo propuesto: “llegar a todos con el Evangelio de la misericordia”.
  2. En la ciudad de Río Cuarto se organizarán “misiones jubilares”[6] que se llevarán a cabo en los barrios periféricos durante 4 momentos en el año. La primera la tendremos el 19 de diciembre en el barrio Las Delicias y la estamos organizando con los Movimientos eclesiales. Las otras tres se proponen para la cuaresma, las vacaciones de julio y en noviembre; la modalidad de trabajo en cada una de ellas la determinarán los 3 decanatos de la ciudad.

Se motiva a todos los fieles a sumarse a esta iniciativa de llegar a aquellas personas que viven en una situación de precariedad y que tienen necesidad de ser visitados, escuchando de labios de los discípulos-misioneros de Jesús una palabra de consuelo que brota de un “corazón que se compadece” (Cf Mc 6,34).

Será menester que todos nos preparemos con un tiempo y una adecuada  formación, con la lectura orante de la Palabra de Dios y la adoración Eucarística.

  1. Francisco anima a que todo bautizado sea capaz de “abrir el corazón” buscando llegar, con su acción misericordiosa, a las diversas “periferias existenciales” que son una consecuencia del egoísmo de esta sociedad posmoderna.

“… En este Año Santo, podremos realizar la experiencia de abrir el corazón a cuantos viven en las más contradictorias periferias existenciales, que con frecuencia el mundo moderno dramáticamente crea… En este Jubileo la Iglesia será llamada a curar aún más estas heridas, a aliviarlas con el óleo de la consolación, a vendarlas con la misericordia y a curarlas con la solidaridad y la debida atención…” [7]

En consonancia con esta visión de la desafiante realidad que nos toca vivir y la respuesta que debemos dar como Iglesia, motivo a todos los sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos a empeñarse en un trabajo personal, comprometido, intenso y sistemático con las personas en situación de mayor vulnerabilidad: enfermos, ancianos, presos, discapacitados, niños y jóvenes en situación de riesgo, indigentes, marginados…

            Qué María Santísima, Madre de la Misericordia, acompañe nuestro caminar en este Año Jubilar Extraordinario y lo haga fecundo.

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