El obispo de Villa de la Concepción del Río Cuarto, monseñor Adolfo Uriona participó junto con representantes evangélicos y judíos de la disertación sobre “Democracia y espiritualidad”.
“Una auténtica espiritualidad debe florear la utopía de que es posible otra realidad, otra Argentina. Si no podemos sucumbir ante el fatalismo de que nada va a cambiar”, destacó el obispo de Villa de la Concepción del Río Cuarto, monseñor Adolfo Uriona, en el marco de la disertación sobre “Democracia y espiritualidad”, que organizó el Consejo Económico y Social en el salón de la Asociación Gremial de Empleados de Comercio.
El prelado afirmó que para construir una auténtica democracia se debe apelar al diálogo, a la búsqueda de políticas de Estado, a concebir al poder como un servicio, a recuperar el respeto por la familia y la vida, a fortalecer las instituciones democráticas, y afianzar la educación y el trabajo como claves del desarrollo.
Además del prelado local, expusieron el pastor José Luís Núñez, representante de Ministerio Cristianos Unidos, y Ruth Waisman de la Colectividad judía.
Al inicio de su disertación, monseñor Uriona diferenció “espiritualidad” de “espiritualismo”, al precisar que la primera consiste en una “búsqueda de Dios que lleva al compromiso con los demás”, mientras la segunda es una “búsqueda de vida interior “per se”, deslindada del compromiso con las realidades temporales”.
“Siempre se dieron intentos, desde distintas ideologías, de relegar la fe al ámbito de lo privado sin que tenga ninguna injerencia en la vida social o política. Nosotros estamos convencidos de que el Evangelio ha de impregnar la cultura, las estructuras de este mundo”, sostuvo.
Monseñor Uriona manifestó que construir democracia es amar una tierra, una patria, sentirse parte, por lo que advirtió: “No hay democracia si no hay encarnación en la realidad y su problemática. De allí la necesidad, como dijeron los obispos en un documento, de pasar “de habitantes a ciudadanos”.
Asimismo, afirmó que para encontrar una auténtica democracia se debe apelar al diálogo, a la búsqueda de políticas de Estado, a concebir al poder como un servicio, a recuperar el respeto por la familia y la vida, a fortalecer las instituciones democráticas, y afianzar la educación y el trabajo como claves del desarrollo.
“¿Qué cadenas nos atan todavía impidiéndonos ser mejores como pueblo? ¿Qué podemos ofrecer al mundo para que nuestro país sea un lugar más semejante a lo que Dios sueña para la humanidad?”, preguntó
El obispo diocesano citó al papa Francisco para señalar la necesidad de construir ciudadanía a partir de profundizar los vínculos de amistad social. En ese sentido, enfatizó que este tipo de encuentros “genera amistad social”. “El Papa nos propone el cambio de una cultura ciudadana fuertemente competitiva e individualista a una cultura de la participación y la fraternidad: lo que llama, la cultura del encuentro”, subrayó.
Al responder preguntas del auditorio, monseñor Uriona indicó que, a pesar de que pareciera que nada cambiará, “la conversión es una realidad que puede suceder”. Citó a Mahatma Gandhi, Martin Luter King y la beata Madre Teresa de Calcuta, como ejemplos de personalidades que, con sus actitudes, convirtieron sociedades.
“El cristiano debe fortalecerse con la vida en oración y la vida sacramental. Debe tener sus convicciones profundamente arraigadas, sabiendo que a veces puede ser sopapeado”, reconoció y agregó: “Una auténtica espiritualidad debe florear la utopía de que es posible otra realidad, otra Argentina. Si no podemos sucumbir ante el fatalismo de que nada va a cambiar”.
Antes de la conferencia, monseñor Uriona destacó la importancia de este tipo de encuentros. “Es una iniciativa interesante para pensar que la espiritualidad tiene que mover a nuestra sociedad”, dijo en declaraciones radiales.