Se trata de Carolina de María Alberici ecj. quien realizó sus votos perpetuos en el Instituto de las Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús en la Capilla de la Casa Madre.
Durante el pasado sábado 24 de febrero, una joven de la Diócesis realizó sus votos perpetuos en el Instituto de las Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús.
Se trata de María Carolina Alberici de 32 años, nacida en la localidad de Elena, quien a los 17 años fue a Córdoba a estudiar Ingeniería Industrial y que luego ingresó en el Instituto en el 2007.
A continuación, compartimos su testimonio, publicado en el sitio de Madre Catalina de María:
Mi nombre es María Carolina Alberici, tengo 32 años, nací en Elena pueblo de la Diócesis de Río Cuarto. Soy la segunda hija de cinco hermanos, hijos de Rosana y Juan Carlos.
Viví en mi pueblo natal hasta los 17 años que me vine a estudiar a Córdoba y terminando en cuarto año Ingeniería Industrial en la UTN, ingresé al Instituto de las Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús, el 10 de marzo de 2007.
En la formación inicial dentro del Instituto nosotros transitamos tres etapas: El Postulantado, donde comenzamos a conocer la vida religiosa y en especial al Instituto.
El noviciado donde el proceso personal ahonda en el vínculo con Jesús, en el acercamiento y conocimiento de los votos que hacemos en la vida religiosa: pobreza, castidad y obediencia.
Al terminar esta etapa llega la primera profesión, donde públicamente manifestamos nuestro deseo de vivir los tres votos en esta familia religiosa, en esta oportunidad lo hacemos por un año y desde allí pasamos a la última etapa de la formación inicial: el Juniorado. Aquí vamos experimentando la integración de la vida espiritual y el trabajo apostólico, descubriendo y confirmando cómo el Corazón de Jesús nos llama a hacer plena nuestra vida.
El momento más esperado
Luego de varios años de renovación de estos primeros votos (en mi caso 7 años) llega el momento de pedir mi profesión perpetua, que es la “confirmación pública” de mi deseo de entregar mi vida por entero al Señor y en Él a mis hermanos.
Es sin duda un momento muy importante en lo personal y comunitario, ya que se expresa y se concreta la “entrega”, que con sus alegrías y dolores fue confirmando que mi vida alcanza plenitud en este estilo de consagración y por eso quiero expresarlo ante toda mi familia.
Para la tarjeta de invitación a mi profesión perpetua elegí una frase de la Beata Madre Catalina que siento con gran fuerza en este tiempo:
“Que siempre haya en ti un entero abandono en las manos de Dios”
Mi deseo más profundo y al que me encomiendo ante el Corazón de Jesús, que mi vida llegue a plenitud buscando la voluntad del Señor y abandonándome en sus manos para que así pueda ser en algo presencia de Él en la construcción del Reino.
Fotos: Facebook Madre Catalina de María
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