Uriona celebró 35 años de sacerdote: “Dios me regaló la vocación al sacerdocio”

El obispo de la Diócesis de Río Cuarto recordó este fin de semana su ordenación sacerdotal de 1980. Recordó cómo fue su llamado vocacional y agradeció a Dios por el don de la vocación.

Tras seis meses de estar al frente de la Diócesis de Rió Cuarto, este fin de semana, Monseñor Adolfo Uriona celebró sus 35 años como sacerdote junto a los fieles.

“Le agradezco mucho a Dios por el don de la vocación. Así como me regaló el don a la vida, a la fe, también me regaló la vocación al sacerdocio” comentó el obispo.

Monseñor Uriona fue ordenado sacerdote en la catedral de Mar del Plata, un frío 28 de junio de 1980. “Nos ordenamos dos de la congregación Don Orione, el P. Hugo camino y yo y el consagrante fue el obispo de Mar del Plata, Monseñor Rómulo García. Recuerdo con mucha vivacidad el momento en el que tuve que postrarme y cuando recibí la imposición de manos, contó.

“Elegí ser cura, porque veía lo felices que eran los sacerdotes sirviendo a los demás”

El obispo de la Diócesis de la Villa de la Concepción de Río Cuarto resaltó que en el futuro desea continuar “en manos del Dios misericordioso, entregándome plenamente al servicio del pueblo de Dios como el Señor me lo pide” señaló Uriona.

Su llamado vocacional

El sábado, participando de un encuentro de decanato en Río Cuarto, Uriona comentó que experimentó el llamado vocacional cuando tenía siete años. “Recuerdo que me estaba preparando para la Primera Comunión y un dirigente del grupo en el que estaba me enseñó a ayudar la misa que en esos momentos era en latín y de espaldas al pueblo. Las primeras misas que ayudé fueron el 2 de noviembre de 1962 y, cuando regresé a casa luego de esa primeras celebraciones me dije: “quiero ser sacerdote” explicó ante un centenar de fieles.

Durante el domingo, Uriona participó de una celebración en Alejo Ledesma donde una joven recibió los sacramentos del bautismo, confirmación y la Eucaristía, y un miembro de la comunidad recibió el ministerio del Acolitado en orden al diaconado permanente.

Al llegar a la ciudad de Río Cuarto y ante la pregunta de un periodista Mons. Adolfo Uriona recordó que eligió ser cura porque “veía lo felices que eran los sacerdotes sirviendo a los demás”.

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